Por Mya Sánchez
En un mundo dominado por hombres las mujeres venimos luchando por hacernos un lugar. ‘En Pocas Palabras’, la serie de Netflix que busca explicar distintos temas y problemáticas en 15 minutos, resumió los factores históricos y culturales que desde hace aproximadamente 7 décadas relegan a las mujeres al hogar y los niños en su episodio ‘Por qué las mujeres ganan menos’.
No es noticia que existe un trato laboral diferenciado hacia mujeres y hombres. En términos económicos, la brecha salarial es la muestra más tangible de dicha problemática, pues en 1950 incluso la ley permitía a los empleadores contratar a solo hombres y el 70% de las mujeres trabajaba en fábricas u oficinas. No obstante, “la brecha salarial no demuestra nada sobre la verdadera disparidad”, afirma la investigadora Veronique de Rugy.

¿Cuál es la raíz de la discriminación?
En la actualidad, las mujeres han pasado a ocupar el espacio público, político y laboral en mayor medida. Sin embargo, sigue habiendo una diferencia en el trato que el mercado les da en comparación a los hombres. ¿A qué se debe?
En su intento de responder a dicha pregunta, el micro documental de Netflix expone que, si bien es cierto hay una diferencia entre las ganancias de hombres y mujeres a partir del nacimiento de su primer hijo, la brecha es importante también entre madres y no madres, como muestra el gráfico. Tal parece ser que el problema es la maternidad.

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Penalizadas por decidir
“Si eres una mujer y tienes niños no pongas fotos de tu familia en la oficina porque la gente pensará que no puedes concentrarte en el trabajo” – Hillary Clinton.
Esa es la manera en que la política afirma lo que la opinión de la ciudadanía adelanta: el 70% de la población cree que una madre no debe trabajar a tiempo completo. Y aun cuando padres y madres lo hacen, ellas pasan 9 horas semanales más que ellos al cuidado de sus niños. Es así como se genera la brecha, pues al tener que priorizar a la familia y aplazar metas, cancelar viajes o posponer citas de trabajo, las mujeres ganan menos por trabajar a medio tiempo.

Todo apunta a que el problema es cultural. Históricamente se ha asociado a las mujeres al cuidado del hogar y los niños, lo cual reduce las opciones para las madres. El trabajo familiar, que no es compartido por los hombres, representa un obstáculo a la consecución de objetivos laborales de las mujeres.
“Hasta que veamos a hombres y mujeres como cuidadores y proveedores, no lograremos un cambio” - Anne-Marie Slaughter
Panorama esperanzador
Mientras las opciones parecen reducirse cada vez más para ellas, dos países han demostrado que no es imposible reducir las brechas de género en el ámbito laboral.
Uno de ellos es Ruanda, cuya Representante ante las Naciones Unidas, Valentine Rugwabiza, relata que luego del genocidio de 1994, cerca del 70% de la población era femenina, lo que propició un ingreso masivo al mercado laboral. Actualmente, dicho país cuenta con el 61% de representación política femenina en el Congreso y 88% de participación laboral de mujeres.
Islandia muestra también un panorama alentador, pues desde que se implementó la licencia de paternidad a los hombres en el 2000, la brecha salarial se ha reducido considerablemente. De esa manera, se ha logrado que el trato no sea diferenciado al contratar a un potencial padre o madre y que los hombres se involucren en el cuidado de sus hijos durante el tiempo que dure su permiso. Finalmente, como dice Clinton, las mujeres tienen todo el derecho de ser madres sin ser penalizadas por ello.
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